LGBT: rumbo a la nada


La lógica LGBT llevada hasta sus últimas consecuencias, anula por completo lo masculino y lo femenino, lo hombre y lo mujer, el sexo y el género. Vuelve tan ambigua a la biología y a la "identidad sexual", que el ser humano se comprende cada vez más como una realidad plana, asexuada y agenérica. Al final del camino no hay hombres, no hay mujeres, no hay homosexuales, no hay heterosexuales, no hay transgéneros, no hay transexuales, no hay familia. Sólo queda una realidad amorfa y desconocida. Aún no la vemos, pero es tan plástica y maleable, que puede incluso fundirse con las bestias, porque los contornos de la naturaleza humana no aparecen en ella como referentes que la definan. Veremos una plasta cuya única definición será lo radicalmente indefinido; su única propiedad, una parodia de la libertad, que en un intento de emancipación, se habrá desprendido de toda atadura, incluso de la "atadura" de lo que alguna vez fue el ser humano.

Comentarios

josemaria dijo…
Un error común de quienes critican las teorías de género y lo que muchos en la comunidad LGBT piensan, es pensar que se promueve una idea vacía de humanidad y sexualidad, cuando en realidad es todo lo contrario. El problema, según lo veo, lo tienen las nociones restringidas y normalizadoras de la sexualidad. Piénsalo así: el constructo social que se forma sobre el cuerpo es precisamente arbitrario. Esto no quiere decir prescindible o poco importante, sino dependiente de los contextos y convenciones. La segmentación de la realidad es arbitraria, y lo que un cultura nombra y denota como pertinente puede no serlo en otro lado del mundo y época. La comunidad LGBT no intenta destruir nada; la noción de género como constructo social plantea la pregunta: ¿qué significa ser hombre y mujer? Estoy seguro que incluso tú tienes nociones distintas de lo masculino y femenino que amigos o colegas que sostienen tu credo. ¿Por qué? porque el significado de las cosas se determina convencionalmente. Pensar que al hombre le pertenece un significado unívoco y estático es negar la naturaleza dinámica del lenguaje y volver a la idea mágica de la significación. Saussure ha mostrado esta última idea falsa, y lo cierto es que la experiencia siempre se encuentra mediada por nuestros esquemas mentales.

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